Murmullos entre dientes. de Antonio Fernández Molina




No fue por casualidad, cuando Pulgarcito saltara la valla muy bien sabían los observadores que los ladrillos se convertirían en polvo. La violeta, durmiendo entre las páginas de un libro de Arolas lanzó un suspiro resplandeciente. Mi pecho, dijo, es un volcán de saliva. Una estrella regreso de la excursión polar. Las escopetas sin funda jugaban a los naipes, los caballos hacían cábalas sobre los auxiliares.
Era cosa de ponerse los abrigos por la cara interior. Era ocasión de recorrer las sendas por una de sus orillas. Encontramos una bufanda debajo de un anuncio. Hola, pronunció. Estaba dispuesta a acompañarnos y hubimos de disuadirla. Los muros nos dirigían miradas de conmiseración. No es para tanto señores. Nuestra piedra del pecho está dispuesta para recibir sorpresas. Piedad para los acróbatas, piedad para los vencidos.
Iré a la orilla del río
a recoger limpias piedras
con ellas regresaré.
Murmullos entre dientes pronunciando la lista de los números primos. Murmullos de camisas rasuradas, de los pies en silencio. El cinema hace una liquidación. Mañana pasearán las butacas por el centro del prado. Puede que el sol sienta angustia y frío.
Antonio Fernández Molina

© Herederos de Antonio Fernández Molina

[Este texto se publicó en la revista telemática El fantasma de la glorieta en diciembre del año 2005 acompañado por dibujos del autor. Si el lector deseaba leer este y otros poemas en su contexto original puede hacerlo en el siguiente enlace:

[En la imagen superior dibujo de Antonio Fernández Molina]

Comentarios