Dos sonetos crudos de Antonio Fernández Molina



La editorial Heliodoro publicó Sonetos Crudos, de A. F. Molina, en el año 1985. El libro incluía un apartado final con «Cinco Sonetos pánicos» publicados en los Cuadernos de María José, en Málaga, en 1967, en una edición de 200 ejemplares. En marzo de 1985 se reeditaron en la revista toledana La Mujer Barbuda, unos meses antes de la aparición en este libro.

Tomamos los dos sonetos siguientes de la versión incluida en Poesías Completas II, ya que fue la última revisada por el autor.


El tiempo de dormir quedó vacío

y extiende su rumor el aeroplano.

Ante él bosteza Filis. El verano

ofrece su bandeja al albedrío


de una risa sin hueco, dulce pío,

objeto de un problema soberano,

ladrido ante ladrido, mano a mano.

Luego sopla el silencio. Junto al río


despiértase en las frondas un concierto

de cuclillos y ranas encantadas.

La Luna, mientras tanto, está en lo cierto.


Llega un humo de luces asombradas.

Tras el asombro sombras maniatadas,

primero en el portal, luego en el huerto.


***


Quien escucha la dulce melopea

del pelo de la lluvia en la ventana

pone en sus pensamientos una cana

y cimientos de sueño en la azotea.


Orfeo con su boina se pasea

y su bigote, en hora bien temprana.

¡Quién supiera si el salto de la iguana

no es un pretexto de la niña fea!


Mas luego el huracán, en su arrebato,

vencido por el vínculo del trueno

un círculo dibuja so la almohada.


Cuando el sol se refleja sobre el plato

hay un eco de bolso que está lleno

y contento si al fin no pasa nada.


© Herederos de Antonio Fernández Molina


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