Pompón (Un fragmento)


 


Pompón

(fragmentos)


La verdad es que aunque pueda parecer lo contrario Pompón continúa sintiéndose huérfano.

Su seguridad es la seguridad de un niño perdido.

Su risa es la risa de un conejo.

En el baño tiene un tocadiscos que escucha como si estuviera cantando muy fuerte mientras aprovecha el ruido para aullar.

***

Algunos días se levanta sin la cáscara de los años. Mientras su hijo viste su ropa, toma sus libros y, con un aspecto aniñado que a todo el mundo confunde, va al colegio.

A él mismo le parece vivir el día lejano en que fue a clase por primera vez.

Se sienta en un banco y el profesor empieza a enseñarle a contar. Luego sigue la clase de lectura deletreando las vocales.

Cuando llega a casa se acuesta temprano como si tuviera que madrugar para ir al colegio al día siguiente.

***

Pompón está triste.

Pompón filosofa.

Pompón hace sus necesidades en el suelo.

***

Algunos días, en cada cucharada de sopa, en lugar de recoger una almeja cree distinguir un hombre muy pequeño que a través de la garganta se precipita en su estómago.

A cada nueva cucharada el hombrecillo se le parece más y el de la última es su fiel retrato.

Luego todos ellos en su interior en torno a una mesa, organizan algo que es como una partida de póker o pim-pom. Después, deslizándose por el intestino, salen.

Caen en el suelo con el sombrero puesto e inician un trote sobre la acera de la habitación.

© Herederos de Antonio Fernández Molina


Pompón. Editorial Lumen, Barcelona: 1977.

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